El 9 de noviembre de 1989, una revuelta popular en Berlín Oriental provocaba la caída del Muro, símbolo de la Guerra Fría y de la división de dos mundos. Menos de un año después, en octubre de 1990, la acelerada carrera de la historia escribe el capítulo largamente esperado de la reunificación de las dos Alemanias. El telón de acero se desploma y salen a la luz de forma progresiva las costuras del régimen comunista alemán. Un laberinto de intrigas, espionajes, órdenes de liquidación o secuestros, encerrado en grises edificios como los que conforman el complejo de la calle Normannenstrasse, en el barrio de Lichtenberg, el cuartel general de la temida Stasi.
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