Cosas maravillosas”. Aquellas palabras que pronunciara Howard Carter el 22 de noviembre de 1922, inquirido por lord Carnarvon, la primera vez que vislumbró los tesoros de la tumba de Tutankamón, acudieron a la mente de Carmen Pérez Díe cuando vio, también por primera vez, los datos que arrojaba el escaneo de cuatro momias del Museo Arqueológico Nacional (MAN).
Pérez Díe, jefa del Departamento de Antigüedades Egipcias y del Oriente Próximo del MAN, exdirectora del centro y coordinadora de las excavaciones de Heracleópolis Magna desde 1984, ha escrito algunos de los capítulos más importantes de la Egiptología española de las últimas décadas. Pero las imágenes que tenía ante sus ojos no las había visto nunca: collares, diademas, amuletos, cartones…, incluso el corazón de la momia que tan bien conocía y tantas veces había contemplado en las vitrinas del museo, emergían ante ella, como en su día la llama tintineante de la vela de Carter había descubierto las estatuas y los extraños animales ocultos en la tumba inacabada del joven faraón.
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