La sociedad alemana atravesó tres profundas crisis durante la República de Weimar: la de los reajustes de posguerra en 1918-1919, la hiperinflación de 1923 y la depresión de 1929-1933. Una sola de estas crisis habría bastado para desestabilizar fatalmente el sistema político más sólido, por lo que no es de extrañar que la concatenación de las tres resultara letal para la supervivencia de la democracia en Alemania.
Ya las condiciones de posguerra supusieron un reto formidable. En la guerra se habían perdido las vidas de unos 1,8 millones soldados alemanes, mientras que muchos de los supervivientes sufrían distintos tipos de dolencias físicas y psicológicas. Los mutilados de guerra ascendían a medio millón.
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