Qué te llevarías a una isla desierta?”, es una pregunta que no puede faltar en cualquier entrevista desenfadada que se precie. De su respuesta se supone que deduciremos rasgos del entrevistado. Si es profundo o superficial. Si es idealista o práctico. Los oyentes esperan algo ingenioso. Esta idea nace de la actitud de Robinson Crusoe ante las desdichas del naufragio. Que son los retos del ser humano cuando la vida nos pone al límite.
En 1719 se publicó la considerada primera novela inglesa: Robinson Crusoe. En realidad, su título era mucho más largo y en él se resumía el argumento. El autor era un marinero de York que había naufragado en una isla donde permaneció durante veintiocho años. No faltaba un final insólito: su liberación por unos piratas. Los lectores de esa invitación a la aventura se engancharon a su manual de supervivencia. Las numerosas ediciones y traducciones la convirtieron en el primer superventas de la literatura mundial.
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