Ser maquiavélicio”, “actuar con maquiavelismo” son acusaciones habituales en el terreno de las prácticas políticas, aunque se pueden extender a otras esferas como la económica, la académica o la de las relaciones humanas en general. Al fin y al cabo tiene que ver con la forma de entender y utilizar el poder, sea éste del tipo que sea.
María Moliner, en su Diccionario de uso del español, tras definir la doctrina política de Maquiavelo como “fundamentalmente realista”, afirma que “como consecuencia de cierto aspecto de esa doctrina que se ha interpretado como la justificación del engaño como arma política, se emplea este nombre (‘maquiavelismo’) como equivalente de ‘astucia o habilidad para conseguir una finalidad con engaño o malignidad’”.
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