Crear una exposición monográfica sobre la historia de Auschwitz es, sin lugar a dudas, uno de los mayores retos a los que cualquier equipo creativo podría enfrentarse, puesto que la narrativa de la muestra debía de explicar lo inexplicable. Un único lugar, un solo nombre, Auschwitz, domina nuestra memoria colectiva sobre el genocidio del pueblo judío porque tendemos a pensar en el Holocausto (en singular) como un único evento, en un ejercicio impreciso y peligroso de simplificación.

Sin embargo, la historia del Holocausto y la de Auschwitz están formadas por una serie de complejos hechos que ocurren, mayoritariamente, en lugares distintos y en momentos dispares. Algunos de estos están estrechamente relacionados causalmente; en otras ocasiones se solapan e incluso, en algunos momentos, se contradicen. Es fácil, por ello, que se creen mitos, se simplifique la historia y se interioricen conceptos erróneos. Además, se trata de hechos difícilmente asumibles por lo que significan y lo que dicen de nosotros como especie y como sociedad. Como Primo Levi escribió: «comprender es imposible, pero recordar es necesario».

Nuestra exposición adopta el principio de Raul Hilberg sobre el método de investigación ante una temática tan compleja: «Nunca, en toda mi obra, he empezado formulando grandes preguntas, porque siempre he tenido miedo de dar con respuestas pequeñas: he preferido abordar los detalles para poder elaborar, cuando menos, una descripción de lo sucedido. Por eso estudio el proceso de destrucción burocrática como una serie de pasos diminutos dados en orden lógico y basándome, en la medida de lo posible, en la experiencia».

Luis Ferreiro, director de Musealia y de la exposición "Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos".
Luis Ferreiro, director de Musealia y de la exposición «Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos».

Siguiendo este principio, la muestra está dividida en cuatro áreas que cronológicamente permiten comprender que Auschwitz no comenzó con las cámaras de gas, sino que hasta llegar a ese punto fueron necesarios multitud de pequeños pasos, de pequeñas acciones que fueron construyendo una política de Estado genocida con la complicidad, activa o pasiva, de la mayor parte de la sociedad.

No hubiera tenido sentido alguno comenzar la muestra directamente por la creación del campo; era necesario explicar las raíces del antisemitismo europeo y la situación particular de ese fenómeno en Alemania, así como la situación general del país en el periodo entre guerras. La minuciosa descripción de estos y otros aspectos se realiza con la intención de que el visitante evite juzgar los acontecimientos sin el debido contexto histórico, lo que siempre lleva a conclusiones erróneas o parciales.

Pero, probablemente, los elementos más importantes a la hora de conformar el método para narrar esta historia en la exposición son el uso de los objetos originales (de distintos grupos de víctimas y de los propios verdugos) y la utilización de la audio-guía, que permite incluir testimonios originales de los supervivientes.

Brazaletes de prisioneros funcionarios de Auschwitz. Foto: Pawel Sawicki.
Brazaletes de prisioneros funcionarios de Auschwitz. Foto: Pawel Sawicki.

De esta manera, la exposición supone una emocionante oportunidad de presentar e interpretar objetos reales, muchos de los cuales se muestran por primera vez al público, en un contexto social, político y demográfico muy particular e inestable, en el que muchos de los miedos morales y las políticas públicas que ayudaron a darle forma a Auschwitz (racismo, antisemitismo, xenofobia, crisis económica, aversión a la diversidad) vuelven a estar, desgraciadamente, de actualidad.

Nada puede compararse a la visita física al antiguo campo de concentración y exterminio. Pero la narrativa de la exposición ha pretendido presentar objetos y hechos de manera eminentemente pedagógica y dentro de su contexto histórico, con la esperanza de poder hacer reflexionar al visitante no solo sobre el pasado, sino especialmente sobre nuestro presente y futuro como sociedad.

Para que, en estos tiempos de futuro incierto, permanezcamos alerta y sepamos interpretar las señales de advertencia antes de que estas se conviertan en el preludio de una nueva catástrofe para la humanidad.

Luis Ferreiro, director de «Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos» (Musealia)

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