En 1891, el emperador Guillermo II sufrió un intento de atentado durante su visita a Estrasburgo para celebrar el 20 aniversario de la anexión de Alsacia-Lorena al Imperio alemán. Al káiser le gustaba desplazarse todos los años a una ciudad cuyos habitantes, tras su reinado, cambiarían de pasaporte varias veces. Un siglo antes, en 1770, un joven Goethe deshojaba la margarita y optaba por instalarse en Estrasburgo, en lugar de en París, para perfeccionar sus estudios. Quedó prendado de la belleza de la catedral, cuya escalinata subió el mismo día de su llegada a la ciudad y cuyas formas inspirarían su ensayo sobre arquitectura alemana.
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