Nacido en un pueblo moravo, Sigmund Freud (1856-1939) vivió en Viena desde 1860 hasta su exilio, aunque siempre se sintió ajeno al mundo vienés, que le trató con desdén. Esa distancia conflictiva fue, sin embargo, fecunda: Freud forma parte, como hermano mayor, de un grupo más bien “germano-judío” integrado por Warburg, Cassirer, Kraus, Einstein, Musil, Kafka o Wittgenstein, que también penaron por su genio. Con ellos vivió la fractura producida por las turbulencias antisemitas iniciadas en 1890, que culminaron con el delirio nazi, triunfante desde 1933. Finalmente, Freud huyó ayudado por amigos: en 1938, su familia había sido violentada y sus libros, quemados.
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