La primera vuelta al mundo debe considerarse uno de los mayores acontecimientos de la historia de la humanidad. Antonio Pigafetta, el principal cronista de la expedición, era consciente de la importancia de su minucioso registro de la misma, cuando decía orgulloso, al personarse ante el ya emperador Carlos V: “Partiendo de Sevilla, pasé a Valladolid, donde presenté a la sacra Majestad de Don Carlos, no oro ni plata, sino cosas para obtener mucho aprecio de tamaño Señor. Entre las otras, le di un libro, escrito por mi mano, con todas las cosas pasadas, día a día, en nuestro viaje”.

La gestación del viaje vino motivada esencialmente por dos hechos: el acceso de los portugueses a uno de los productos más valiosos del mercado internacional, las especias, singularmente las tres grandes (la pimienta, el clavo y la nuez moscada), que se obtenían en las islas Molucas, y, en segundo lugar, la conciencia de que el archipiélago podría no estar en la demarcación portuguesa asentada en el Tratado de Tordesillas de 1494, sino en la demarcación española, ya que los límites entre una y otra no estaban claros.

Vista general de Sevilla en 1588, por Alonso Sánchez Coello. La ciudad andaluza fue en el siglo XVI el puerto de salida hacia las Indias.
Vista general de Sevilla en 1588, por Alonso Sánchez Coello. La ciudad andaluza fue en el siglo XVI el puerto de salida hacia las Indias.

Estas fueron las razones que impulsaron a los funcionarios y mercaderes que se movían en torno a la Casa de la Contratación de Sevilla a animar a Fernando de Magallanes, un militar y navegante portugués que había participado en la conquista de Malaca, en 1511, y que ahora se hallaba enemistado con su soberano, para que expusiera a Carlos I su proyecto de alcanzar las Molucas navegando siempre hacia occidente por un paso que se suponía debía cruzar de este a oeste la América meridional.

Así, el monarca hispano firmó, en 1518, las famosas capitulaciones de Valladolid, por las que Magallanes podría ejecutar su plan teniendo siempre presente dos objetivos: adquirir especias y tratar de averiguar si las Molucas quedaban dentro de la jurisdicción española.

Motines y emboscadas

La expedición es bien conocida, aunque no por ello deje de tener algunos puntos todavía insuficientemente asentados. Sabemos que el apresto de la expedición corrió por cuenta de la Corona quizá casi en sus tres cuartas partes, mientras que la restante fue a cargo de la iniciativa privada, en particular del comerciante burgalés afincado en Sevilla Cristóbal de Haro (más información sobre la vida cotidiana de la Sevilla del siglo XVI en La Peste, los olvidados de Dios).

Sabemos que el viaje debió superar una crisis terrible en el puerto de San Julián por el amotinamiento de 44 miembros de la oficialidad, que se saldó con varias condenas a muerte (31 de marzo de 1520). También sabemos que tres de las cinco naos atravesaron el estrecho de Magallanes y salieron al Pacífico.

Allí Magallanes tomó el rumbo O-NO, que le llevó a las islas de los Ladrones (hoy Marianas) y de San Lázaro (hoy Filipinas). En ese momento el navegante portugués cambió el guión marcado por las instrucciones reales y trató de garantizar la soberanía española sobre unas poblaciones que había que evangelizar previamente. Su apoyo a uno de los mandatarios locales le enfrentó a otro, Lapu-Lapu, que le derrotó y le quitó la vida en las playas de la isla de Mactán el 27 de abril de 1521.

La nao "Victoria", con la que Elcano completó la primera vuelta al mundo.
La nao «Victoria», con la que Elcano completó la primera vuelta al mundo.

Tras una etapa de desorientación, dos de los principales oficiales, Gonzalo Gómez de Espinosa y Juan Sebastián Elcano, decidieron cumplir con las instrucciones recibidas: comprar especias y volver a España. El primero eligió la ruta más lógica, cruzar el Pacífico en dirección a Nueva España, pero desgraciadamente fracasó en su empeño y hubo de quedarse en las Molucas a merced de los portugueses. El segundo fue más afortunado, pues decidió volver por la ruta de los lusitanos aunque tomando una latitud más baja para evitar encuentros desagradables. Y así, con la nao Victoria, consiguió regresar a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522, aunque de los 237 hombres que zarparon en 1519, solo llegaran 18 supervivientes. La expedición había tenido un final inesperado: había dado la primera vuelta al mundo.

Tras la conclusión del viaje de circunnavegación, las aspiraciones de España sobre las Molucas solo se prolongaron durante la década de 1520, pues Carlos V renunciaría a ellas en favor de Portugal, a cambio de 350.000 ducados de oro, por el Tratado de Zaragoza de 22 de abril de 1529.

La primera vuelta al mundo fue la pieza clave para que hoy podamos hablar de una primera globalización. Una globalización que se hizo por medio de las naciones ibéricas, por lo que el historiador francés Pierre Chaunu pudo titular un famoso libro Les Philippines et le Pacifique des Ibériques, ya que Felipe II pudo establecer su soberanía sobre esas islas Filipinas, que servirían para extender la influencia española por todo Extremo Oriente. El archipiélago filipino se convirtió así en el centro de un comercio transpacífico que unió la China de los Ming –y luego de los Qing– con el virreinato de México durante doscientos cincuenta años mediante el llamado Galeón de Manila.

Primera página del Dossier "La expedición de Magallanes y Elcano. La primera vuelta al mundo", publicado en el número 243 de La Aventura de la Historia.
Primera página del Dossier «La expedición de Magallanes y Elcano. La primera vuelta al mundo», publicado en el número 243 de La Aventura de la Historia.

De la misma forma, España pudo continuar la exploración del océano Pacífico ahora en demanda de la Terra Australis hasta la cancelación de este nuevo ciclo de expediciones en 1607 –no sin antes descubrir las islas Salomón, las Marquesas y las Vanuatu y atravesar el estrecho denominado de Torres entre Australia y Nueva Guinea–, de tal modo que el historiador australiano Oskar Spate pudo llamar al Pacífico del siglo XVI “el lago español” (ver La Aventura de la Historia, número 230: Australia. Españoles en busca de las antípodas). Todo eso encuentra su semilla en la circunnavegación de Juan Sebastián Elcano y sus valerosos compañeros.

En el Dossier de La Aventura de la Historia, número 243, cuatro especialistas, Carlos Martínez Shaw, José Calvo Poyato, José Luis Corral y Enríque Martínez Ruiz recuerdan la hazaña de Magallanes y Elcano, narran los preparativos del viaje y los obstáculos que hubo de superar, relatan la muerte de Magallanes, trazan la biografía de Elcano y valoran la trascendencia de la primera vuelta al mundo.

Carlos Martínez Shaw

*Artículo publicado en La Aventura de la Historia, número 243.

 

2 COMENTARIOS

  1. […] Para terminar la visita entro en el túnel que recrea la expedición de Jean-François La Perouse de 1785. A izquierda y derecha hay un escenario continuo con actores y una envolvente ambientación para meter al visitante en este barco que intentó dar la vuelta al mundo y no lo consiguió. Uno sale de ahí con sed de saber más de La Perouse. Pero también con envidia. Si se puede hacer un exhibición tan magnífica de un explorador que fracasó en su propósito de circunnavegar el globo en 1785, ¿qué no se podría hacer en España, que la completó 266 años antes con Magallanes y Elcano? […]

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