Alejandra Fiodorovna, la última zarina rusa, fue fusilada junto a su marido y sus hijos en 1918, un año después de la Revolución de Febrero. Su figura ha persistido en el imaginario popular de dos formas distintas. Por un lado está la visión de la zarina como una santa, canonizada por la Iglesia ortodoxa. Y, por otro, como se la presentó a lo largo de las dos revoluciones de 1917, una imagen promovida por el régimen bolchevique, interesado en desprestigiar a la recién caída monarquía, que mostraba a Alejandra como una adúltera, traidora a Rusia y usurpadora del poder. ¿Cómo se llegó a ese desprestigio? ¿Cómo fue el proceso de difamación?
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