La sombra de Ramón Llull ha sido muy alargada. Y no nos referimos a que actualmente nomine instituciones culturales o a que su bibliografía sea copiosa, sino a la prolongación de su fama erudita –ya reinterpretada, ya deformada– en el pensamiento y la literatura de los siglos modernos. De este modo, en los tratados de las órdenes militares escritos en el siglo XVI, cuando aquellas estaban mudando desde el ejercicio de la guerra hacia el lucimiento honorífico de una cruz en el hábito, aún se recuerda el Libro de la Orden de Caballería. Al menos en sus aspectos protocolarios y simbólicos del noble bellator. Visto así, Ramón Llull aparecería como un precursor medieval del discurso de las letras y las armas que tanto furor desencadenó en el Renacimiento.
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