Una estatua antigua, una escultura en mármol, o tal vez una imagen de gran formato en oro y marfil de una deidad, estaban en el origen de un santuario. Se albergaba en un templo, un hogar de los dioses, y alrededor se delimitaba un área denominada témenos, a veces cercada para conformar el santuario propiamente dicho. Ante el templo, un ara para sacrificios, y alrededor, tesoros en ofrenda y quizá hasta edificios para certámenes atléticos o representaciones teatrales en la antigua Grecia. El origen modesto de un santuario podía alcanzar influencia panhelénica, y superarla hasta atraer gentes de allende los mares.
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