Toda Europa estaba sumida en la guerra en 1805. Francia, con Napoleón coronado un año antes como emperador, aspiraba a dominar todo el continente y contaba para ello con la alianza de España, que ya no era la potencia de los siglos anteriores, pero que mantenía un gran imperio y una todavía notable flota.
Napoleón planeaba invadir Inglaterra para acabar con su mayor enemigo, pero dada su inferioridad en el mar, necesitaba a la Armada española, reformada pocos años antes por marinos como Jorge Juan.
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