Entre los siglos VIII y XV, las zonas fronterizas entre el islam y los reinos cristianos fueron un territorio desarticulado y poco integrado desde el punto de vista económico a causa de la endémica violencia fronteriza. Por ello, la agricultura no predominó en estas zonas, pues la permanente inseguridad impedía que los fronterizos pudieran confiar su suerte a unos bienes inmuebles y vulnerables como los cultivos. Sobre todo a partir del siglo XIII, las grandes extensiones de pastos disponibles al sur del Sistema Central se convirtieron en un codiciado objetivo para los enormes rebaños ovinos que todos los años recorrían las cañadas.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: