Probablemente no es casual que el emperador Cómodo, al que interpretó Joaquín Phoenix en Gladiator, protagonice este libro. Forma parte de la estrategia didáctica y de captación del interés del lector por parte del autor. En realidad, el título responde al detonante del relato: un emperador en Roma ante un descomunal y exótico rinoceronte, con el propósito decidido de acabar con él en escena. No se trata solo de la anécdota, sino de la excusa para desencadenar lo que el subtítulo anuncia y que entraña el verdadero sentido del libro: desvelar cómo funcionaban, con qué recursos y a qué estímulos respondían los espectáculos del anfiteatro romano, en los que se inmoló la diversidad ecológica de todo un imperio hasta acabar con los hipopótamos nubios, los elefantes norteafricanos y todos los leones del Imperio. Y no solo asistir a las cacerías, también a las ejecuciones y a los combates de gladiadores, a los martirios de cristianos y hasta a las carreras de carros.
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