Entonces apareció gloriosa Su Majestad… no tenía igual en el campo de batalla. Ninguno podía montar su arco… Él solo tendió trescientos arcos fuertes, comparando el trabajo de sus artesanos, para distinguir el ignorante del conocedor… marchó hacia sus jardines del norte y halló que habían fijado para él cuatro lingotes de cobre asiático, de siete centímetros de grosor, con nueve metros de separación de un blanco al siguiente. Su Majestad apareció entonces gloriosa sobre el carro, como Montu en su fuerza. Tomó el arco, asiendo al mismo tiempo cuatro flechas. Corrió tirando sobre ellos, como Montu con sus armas. Sus flechas los atravesaron y salieron por detrás de ellos…”. Así narra un relieve egipcio de Luxor las hazañas bélico-atléticas del faraón Amenofis II. El tópico del héroe capaz de tensar y disparar el arco imposible llegaría con Homero al Egeo de Ulises.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: